Lucía Díaz-Iglesias Llanos (ILC-CSIC)
Lucía Díaz-Iglesias Llanos es Científica Titular en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo (CSIC, Madrid), subdirectora del Proyecto Djehuty y directora del Proyecto de documentación y conservación de tres cámaras funerarias en Luxor. Su investigación se centra en la mitología, la literatura funeraria, las tradiciones locales y la cultura escribal del Egipto antiguo.
Esta publicación es parte del proyecto de I+D+i PID2019-105057GA-I00, financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033.
RESUMEN
Los egipcios antiguos otorgaron el nombre de Libro de la Salida al Día al conjunto de unos doscientos textos, acompañados de imágenes, que fueron usados entre finales del Segundo Periodo Intermedio y el final del Periodo Ptolemaico como herramienta para ayudar al finado en su tránsito hacia el Más Allá y su supervivencia en este ámbito. Con un origen, extensión y temática variados, las fórmulas de este compendio se atestiguan sobre multitud de soportes, se integran en una tradición continua de composiciones funerarias que hunde sus raíces hasta el Reino Antiguo y experimentan cambios graduales a lo largo de los 1.400 años en que estuvieron en uso.
PALABRAS CLAVE
Literatura funeraria, juicio postmortem, aprovisionamiento, conocimiento, magia.
El corpus de literatura funeraria más ampliamente documentado y difundido en el Egipto antiguo, en uso durante 1.400 años entre finales del Segundo Periodo Intermedio y el final del Periodo Ptolemaico (ss. XVI-I a. C.), recibe la denominación en las fuentes primarias de Libro de la Salida al Día (abreviado LdSD). El nombre con el que se ha popularizado este compendio, «Libro de los Muertos» (Book of the Dead/Livre des Morts/Totenbuch), se debe a K. R. Lepsius, autor de la primera publicación científica del corpus con su edición del famoso papiro ptolemaico de Iuefanj a mediados del s. XIX (Lepsius, 1842). Sin embargo, esta designación ha generado varios equívocos, dado que de ella se deriva la asociación de los contenidos textuales exclusivamente con el Más Allá y el mundo de los difuntos, mientras que investigaciones recientes están destacando que la recitación de varios textos tenía lugar en vida o que su origen se encuentra en rituales apotropaicos de uso cotidiano y en la liturgia de los templos (Apartado 2).
El corpus engloba un conjunto heterogéneo de recitaciones mágicas con una extensión y origen variados, a menudo acompañadas de imágenes (llamadas viñetas). Se escribieron sobre una gran cantidad de soportes con vistas a dotar al difunto de las herramientas necesarias para acceder con éxito al Más Allá y disfrutar allí de una existencia postmortem plena. En realidad, el compendio forma parte de una tradición de composición de textos religiosos que hunde sus raíces en el Reino Antiguo (con los llamados Textos de las pirámides) y en el Primer Periodo Intermedio y Reino Medio (con los Textos de los ataúdes), a la par que se incorporan nuevos materiales que reflejan cambios en las concepciones y expectativas sobre el Más Allá. Asimismo y respecto a los corpora anteriores, se produce una notoria reducción del número de fórmulas, una presentación más formalizada de éstas en base a elementos bien definidos (con títulos y colofones en rojo, el cuerpo del texto en negro e imágenes), una reorganización de los contenidos para reflejar nuevos temas y un mayor uso de viñetas.
1. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
Mientras que la primera reproducción de un fragmento decorado con LdSD data de mediados del s. XVII (Lüscher 2017), la publicación de los primeros ejemplares completos en papiro vio la luz a comienzos del s. XIX de la mano de J. M. Cadet y de los savants de la Description de l’Égypte. No tardaron en llegar la primera edición moderna de un papiro, con la numeración de capítulos que actualmente sigue en uso, por el mencionado Lepsius (1842) y la pionera edición sinóptica de É. Naville (1886). La monumental obra del suizo, en tres volúmenes, ponía a disposición de los investigadores siete decenas de fuentes del Reino Nuevo para empezar a explorar las creencias postmortem de los egipcios antiguos, aunque, al no incluir todas las variantes textuales presentes en los documentos, su validez para los estudios comparativos y la crítica textual quedaba limitada (Lüscher, 2014).
A finales del s. XIX y mucho antes que para los otros grandes corpora de textos funerarios (Textos de las pirámides y de los ataúdes, Libros del inframundo), se dispuso de abundantes materiales para traducir y estudiar las recitaciones del LdSD. En paralelo a las primeras ediciones, en la segunda mitad de ese mismo siglo se publicaron tempranas traducciones, sustituidas ya en el s. XX por las obras de eminentes filólogos y estudiosos de la religión egipcia: P. Barguet (2000 [1967]), T. G. Allen (1974), E. Hornung (1979) y R. O. Faulkner y C. Andrews (1985). Las recientes traducciones, más acordes a los estándares filológicos modernos al no ofrecer un texto «ideal» recompuesto a partir de varias fuentes, incluyen transliteraciones, se centran en un documento dado o recogen la pluralidad de tradiciones cuando el texto difiere mucho entre fuentes de distintas procedencias o cronologías (Cl. Carrier 2009; S. Quirke, 2013 B. Backes, en Thesaurus Linguae Aegyptiae).
En cuanto a los estudios sobre aspectos específicos, la Universidad de Göttingen en Alemania lideró la investigación desde los años 1920 hasta 1980, con análisis de corte filológico y centrados en el contenido, la tipología y la transmisión de los textos. A este centro están unidos los nombres de K. Sethe, H. Kees, W. Westendorf, U. Rößler-Köhler (1979) o I. Munro (1988). En el último cuarto del s. XX recibe un impulso el estudio de elementos relegados en un inicio a un segundo plano, como las viñetas (Milde, 1991, 2011; Müller-Roth, 2010) y los temas sociales vinculados a propietarios (Albert, 2012). Recientemente, están en boga cuestiones materiales y técnicas, auspiciadas por la Nueva Filología o Filología Material, corriente que otorga un peso específico a cada manuscrito en tanto que artefacto físico y a la versión textual e iconográfica particular que contiene (Gasse, 2002; Leach y Parkinson, 2010; Ragazzoli, 2010; Lucarelli, 2019).
Por último, cabe destacar que la investigación en LdSD se ha visto impulsada en las tres últimas décadas por dos proyectos promovidos desde Alemania y Suiza, que se benefician de los más recientes avances tecnológicos como digitalización de archivos fotográficos, bases de datos online y programas de escritura jeroglífica. La más antigua de estas iniciativas (1994-2012) se conoce con el nombre de Totenbuchprojekt. Surgió en las Universidades de Bonn y Colonia bajo la dirección de U. Rößler-Köhler y de H. J. Thissen para publicar manuscritos representativos o singulares de cada fase de producción, acompañados de un exhaustivo aparato crítico (colección Handschriften des altägyptischen Totenbuches), y herramientas de estudio como repertorios bibliográficos (Backes et al., 2009 [1998]), índices léxicos, actas de congresos, etc. (serie Studien zum altägyptischen Totenbuch). El legado indiscutible de este proyecto es una base de datos online que reúne cerca de 3.000 fuentes primarias, constituyendo un repositorio de información y un potente motor de búsquedas para cualquier investigación en el campo de estudios sobre el LdSD. La segunda iniciativa arranca con el nuevo milenio desde la Universidad de Basilea, auspiciada por G. Lapp y B. Lüscher. El proyecto se articula a través de la preparación de ediciones sinópticas de la recensión tebana (Apartado 5.1), completando la pionera labor de E. Naville al incluir el texto íntegro de cada fuente (serie Totenbuchtexte), y la publicación de monografías sobre determinados aspectos de la cultura funeraria (colección Beiträge zu Alten Ägypten).
2. CONTENIDO Y FUNCIONES
El origen y contenido de las fórmulas integradas en el corpus del LdSD es variado. El compendio da cabida a textos cuya primera recitación se documenta en vida (Gee, 2006; von Lieven, 2012), entre los que cabe incluir: textos apotropaicos contra animales peligrosos; textos asociados al culto de los templos (incluyendo himnos, fórmulas de ofrenda, textos de iniciación o de admisión a zonas restringidas y composiciones cosmográficas); recitaciones vinculadas a la ejecución de rituales funerarios (como los ligados a la Apertura de la Boca). Por otro lado, se componen textos concebidos originariamente para el Más Allá.
El corpus es heredero de las tradiciones funerarias anteriores, lo que se aprecia en la pervivencia de temas presentes en los Textos de las pirámides y los Textos de los ataúdes, fundamentalmente el tópico del viaje del difunto en la barca solar, el rejuvenecimiento de Osiris y la transfiguración del finado. A la par, se produce una reorientación de los contenidos para dar mayor cabida a las descripciones del viaje del difunto por el Más Allá por los ámbitos celeste y subterráneo y a la noción de juicio postmortem a la conducta en vida. La prueba principal a la que ha de enfrentarse el finado para poder acceder al otro mundo le aguarda en un tribunal que juzga sus acciones sobre la tierra. Mediante una declaración de inocencia ante 42 jueces y el gran dios, en la que el difunto niega haber cometido actos reprobables en vida, y un acto de pesaje de su corazón (asiento del pensamiento y de la memoria para los egipcios) frente a una pluma de maat (símbolo de la verdad) demuestra su validez para la vida eterna (Fig. 1).
Las temáticas predominantes en el corpus del LdSD incluyen: recuperación de las funciones físicas e intelectuales; mantenimiento de la integridad corporal y del poder sobre todos los componentes del ser humano, separados al producirse la muerte pero que han de volver a unificarse; transformación en seres poderosos (halcones, cocodrilos, divinidades…), dado que la nueva manera de existencia puede revestir muchas formas más allá de la apariencia humana; libertad de movimiento y desplazamientos constantes por diversas regiones, descritas en sus campos, colinas, extensiones acuáticas, portales, etc.; aprovisionamiento con alimentos, agua y aliento de vida; integración en la comunidad divina e identificación con dioses; renacimiento junto a Ra o siguiendo el modelo de Osiris; superación de peligros (animales potencialmente dañinos, lugares de riesgo, guardianes de portales, barqueros, redes, juicio), demostrando conocimiento de nombres y acontecimientos mitológicos, fuerza y pureza.
Aunque el origen, contenido, extensión y función de las fórmulas sea variado, su finalidad común consiste en proporcionar al finado las herramientas (principalmente protección, poder y aprovisionamiento) y conocimientos necesarios tanto para superar con éxito el trance de la muerte y la entrada al otro mundo como para vencer todos los peligros que acechan en el Más Allá. El objetivo último, que los egipcios encapsularon en el título dado al compendio de Libro para la Salida al Día, era que el difunto renaciera desde el Allende hacia la luz del Más Acá, que emergiera después de la noche al amanecer y perdurara bajo los rayos del sol o que comenzara su periplo hacia la vida eterna después de dejar atrás la oscuridad del lugar de embalsamamiento y arrancara la procesión diurna hacia la tumba. En la consecución de estos objetivos es fundamental el contenido mágico o ritual de las recitaciones, eternizadas sobre diferentes soportes en el entorno del difunto.
3. ASPECTOS FORMALES Y MATERIALES
3.1. Textos
En el compendio del LdSD se integran materiales textuales (cerca de dos centenares de recitaciones) e iconográficos (viñetas). Las fórmulas tienen una extensión variable y, aunque el conjunto suele designarse como «libro» y las partes como «capítulos», no debe pensarse que las fórmulas son parte de una narración con una secuencia fija. En realidad, ningún ejemplar transmite el conjunto de las 200 recitaciones conocidas, sino que por distintas motivaciones (socio-económicas, religiosas, tendencias cronológicas, modas regionales, disponibilidad en el lugar de producción, preferencias personales) se procede a una selección de los contenidos escritos sobre un soporte dado. Incluso puede usarse un único capítulo de forma aislada, como en los escarabeos del corazón (Fig. 2), los shabtis (Fig. 3) o los papiros amuleto. Es frecuente que las recitaciones aparezcan pareadas o integradas con otras formando secuencias de textos relacionados por forma, contenido, título, viñeta, causa-efecto, etc. Ejemplos notables de estas secuencias son las composiciones asociadas a la transformación del difunto en seres y animales poderosos (LdSD 76-88, Fig. 4) o las que se centran en el control de la boca y el corazón del finado (LdSD 21-30). Además, junto a los textos de este compendio, pueden aparecer fórmulas de otros corpora.
Las recitaciones están compuestas por una serie de elementos formales. Comienzan con un título, que suele escribirse en tinta roja, en el que se describe el contenido o la finalidad perseguida (Fig. 4). Sigue el cuerpo del texto, escrito en negro, en el que pueden intercalarse secciones especiales en rojo, como glosas o comentarios e interrogatorios. A menudo se insertan notas finales a modo de colofón, de nuevo rubricadas en rojo. En ellas se describen los efectos esperados de la recitación o el conocimiento de la fórmula, se dan indicaciones rituales de uso o se detalla cómo se produjo su descubrimiento en un reinado remoto (generalmente de un monarca tinita o de la Dinastía IV), de forma que se realza la eficacia mágica del texto por la asociación con un pasado prestigioso.
Los ejemplares del LdSD fueron escritos tanto en columnas verticales como en líneas horizontales. En cuanto a la lengua, se recurre al egipcio medio, considerado como estadio clásico de la lengua y especialmente adecuado para textos de naturaleza religiosa. Después del episodio de Amarna, se integran elementos neoegipcios (en gramática, en ortografía y en vocabulario) y en la última fase de producción se encuentran manuscritos escritos en demótico. Respecto a los sistemas de escritura, se emplearon el jeroglífico, el jeroglífico cursivo (con signos que retienen un carácter pictórico, pero cuyas formas están más abreviadas que los jeroglíficos [Lucarelli, 2020]; Figs. 4 y 5), el hierático (en uso en la Dinastía XVII y principios de la XVIII, en las Dinastías XXI/XXII y XXVI y durante el Periodo Ptolemaico; Fig. 6) y demótico (en las fases finales). En ocasiones, varios sistemas de escritura pueden emplearse en un mismo soporte, reservando los más icónicos para las escenas introductorias o de mayor tamaño (Figs. 6 y 7).
3.2. Viñetas
Es frecuente que el texto se complemente con una imagen, que recibe la designación técnica de viñeta. Su número experimenta un aumento progresivo a lo largo de los siglos, con un pico durante el Tercer Periodo Intermedio (Fig. 8) y una progresiva sistematización a partir del Periodo Tardío (Fig. 9). El estudio de este componente visual ha ido ganando peso en la investigación de este corpus de literatura funeraria en las tres últimas décadas (Milde, 1991, 2011; Müller-Roth, 2010). Actualmente, se otorga gran importancia a las viñetas como medio de transmisión de ideas, en la medida en que no solo acompañan a un texto –relacionándose con el título, la finalidad general o un pasaje concreto de la recitación–, sino que pueden aclarar y enriquecer su significado e incluso actuar como sustituto del mismo.
Las viñetas pueden clasificarse teniendo en cuenta el modo de ejecución técnica y su tipología. En el primer campo, cabe diferenciar entre imágenes ejecutadas en trazos negros, dominantes en el Periodo Tardío y Ptolemaico (Figs. 1, 7 y 9), las bícromas –con alternancia de negro y rojo/amarillo– y las polícromas, especialmente abundantes en las producciones ramésidas (Fig. 5). En el segundo campo, cabe clasificar las viñetas por el tamaño que ocupan, pudiendo alcanzar todo la altura del papiro, como en el caso de la escena del pesaje del corazón en una balanza frente a la pluma de maat (escena que acompaña al capítulo LdSD 125 –Seeber, 1976– Fig. 1), aparecer en un friso en la parte superior sobre el texto o insertarse de forma individualizada en la fórmula, ya sea en la franja superior o a diferentes alturas en las columnas de texto (Fig. 9).
3.3. Soportes
Se conocen ejemplares del LdSD escritos sobre una amplia variedad de soportes, que varían según las distintas fases de producción (Apartado 5), los medios socio-económicos del difunto o su familia, la finalidad específica de un texto o la relación particular entre el contenido de la fórmula y un artefacto dado. En este sentido, es notable la asociación existente entre mesas de ofrendas usadas para hacer libaciones y fórmulas de aprovisionamiento con agua. Asimismo, los capítulos LdSD 6 y 30B suelen escribirse respectivamente sobre figurillas funerarias llamadas shabtis (Fig. 3) o amuletos en forma de escarabajo ubicados en la zona del corazón (Fig. 2), siendo ambos objetos mencionados en el propio texto.
Sin duda, el soporte más frecuentemente usado para este corpus es el papiro, por permitir una distribución más homogénea de los contenidos y un gran abanico de tamaños y calidades para acomodarse a la creciente demanda (Figs. 1, 5, 6, 8 y 9). Pero también se recurrió a otros materiales: rollos de cuero, sudarios (en el Segundo Periodo Intermedio e inicios del Reino Nuevo: Müller-Roth, 2008; Díaz-Iglesias Llanos, 2017-2018, 2019) y vendas de momia (en uso a partir del s. IV a. C.: Kockelmann, 2008; Vandenbeusch, 2010; Fig. 7), paredes de tumbas (en la Dinastía XVIII se restringe el uso de LdSD a la parte subterránea e inaccesible del monumento funerario –Fig. 4– y desde época Ramésida inunda las zonas transitables de éste) y paredes de templos (von Lieven, 2012), ataúdes (Fig. 10), sarcófagos y máscaras funerarias, estatuas, estelas y mesas de ofrenda, amuletos, figurillas funerarias, ladrillos mágicos (Régen, 2010), etc. En el estudio de los soportes tridimensionales, frente a los bidimensionales y como un reciente proyecto de R. Lucarelli resalta, ha de tenerse en cuenta la ubicación de cada composición en el espacio (por ejemplo, junto a la puerta de acceso a una sala, en la zona de la cabeza de un ataúd o sarcófago) en relación a su contenido, y en el conjunto global de la decoración del edificio/artefacto. Por otro lado, el tamaño del objeto puede conducir a reducir una parte del texto o de las viñetas asociadas a éste si no hay suficiente espacio disponible en la superficie. En virtud de la regla del pars pro toto, esta condensación no supone una limitación de la eficacia mágica del capítulo, dado que una parte se considera que vale por el todo (Fig. 8).
4. CUESTIONES TÉCNICAS
Dado que el papiro fue el soporte más empleado para la puesta por escrito del LdSD (Apartado 3.3), en esta sección se resumirán los principales aspectos técnicos asociados a su manufactura. Cabe indicar que se desconoce cómo eran los espacios donde se producían los manuscritos decorados con este corpus, aunque se cree que no eran instituciones especializadas separadas de las bibliotecas de los templos y en la bibliografía se menciona la existencia de talleres. Aunque se prescribe el uso de una hoja de papiro nueva para componer un papiro funerario, son conocidos los casos de reutilización, reciclando un papiro escrito en origen con otro texto. La longitud de los ejemplares depende de la selección de textos efectuada, que, a su vez, se vincula con las posibilidades económicas del propietario o sus preferencias personales, el asesoramiento que recibe de un experto en religión, la disponibilidad de textos en un taller dado, tendencias temporales, etc. La altura de las hojas de papiro sirve como indicador cronológico, puesto que en el Reino Nuevo pueden alcanzar los 40 cm (aunque 36 cm es lo usual), mientras que en el Tercer Periodo Intermedio se reducen a la mitad. En cada periodo se usan ciertas convenciones de formato, pero los manuscritos escritos en jeroglíficos cursivos suelen distribuirse en columnas delimitadas por líneas verticales y con espacios definidos para las viñetas (Fig. 5), mientras que en los hieráticos el texto se compone en «páginas» de líneas horizontales sin acotar (Figs. 6 y 9).
Cada ejemplar se compone a partir de la copia de un modelo, almacenado en un taller o en la biblioteca de un templo. En la manufactura colaboran expertos en la copia de textos (escribas) y de viñetas (ilustradores), pudiendo coincidir ambas tareas en la misma persona. En cuanto al orden de ejecución, están documentados tanto casos en los que primero se inserta el texto y se reserva el espacio para las imágenes que se añaden en una segunda fase, como aquellos en los que primero se dibujan las viñetas y después ha de amoldarse el texto a éstas (Fig. 5). Escribas e ilustradores se comunicaban sus procedimientos de trabajo a veces a través de anotaciones (Ragazzoli, 2010; Scalf, 2015-2016), pero problemas de coordinación entre los especialistas pueden conducir a que haya desfases entre capítulos y sus correspondientes viñetas. Asimismo, existían encargos ex profeso, de mayor coste, junto a una especie de producción seriada, según la cual los manuscritos se ejecutaban dejando espacios en blanco para insertar el nombre del propietario a posteriori. Este último aspecto se reconoce porque en la anotación del nombre puede adoptarse una disposición extendida o condensada de los signos en función del espacio disponible, porque puede detectarse la presencia de una mano de escriba diferente a la que copia el texto principal o porque quedaron huecos sin rellenar por descuido. En los rollos de mayores dimensiones, que podían ser elaborados por varios especialistas, las hojas se decoraban por separado y luego se pegaban entre sí, procedimiento que no está exento de problemas según demuestra el estudio de B. Leach y R. Parkinson (2010).
Los textos se escriben con tintas negra y roja (Apartado 3.1), mientras que las viñetas pueden exhibir una gama cromática muy amplia. Todos los pigmentos, salvo el azul, se obtenían a partir de materiales naturales o minerales. No se usaron líneas guía para la escritura de los textos y muy raramente se encuentran dibujos preliminares en las ilustraciones, lo que indica el alto grado de especialización y profesionalización alcanzado por los productores.
5. FASES DE PRODUCCIÓN
La composición de fórmulas de este corpus de literatura funerario es un proceso gradual, cuyos antecedentes se sitúan en el Reino Antiguo y Primer Periodo Intermedio/Reino Medio y que se vio interrumpido en época de Amarna y en los siglos VIII y V a. C. Dentro del largo periodo de tiempo en que el compendio se mantuvo en uso, se distinguen varias fases de producción y de revisión de contenidos y aspectos formales que afectan tanto a textos como a viñetas y que reciben el nombre de «recensiones».
Aunque algunos capítulos sueltos de la nueva tradición funeraria se atestiguan por primera vez a finales del Reino Medio en ataúdes de Dahshur, Abydos, Assiut, Lisht o Tebas, los primeros ejemplares documentados con el LdSD, con secuencias de recitaciones bien conocidas por documentos posteriores, se encuentran en Tebas, datan de finales del Segundo Periodo Intermedio o inicios del Reino Nuevo y pertenecen a miembros de la familia real o su círculo de cortesanos más próximo. El alto coste implicado en la producción de ejemplares decorados con el LdSD limitó su difusión a los sectores sociales de la elite y la subelite durante todas las fases de producción. Desde el Tercer Periodo Intermedio se constata la elaboración de manuscritos de dimensiones más reducidas junto a otros de mayor extensión y calidad, para responder a la demanda de otros sectores de la sociedad, principalmente las jerarquías más bajas del clero tebano (Fig. 6).
5.1. El Reino Nuevo: la recensión tebana
La primera fase de producción se caracteriza por los siguientes rasgos (Munro, 1988; Lapp, 1997; Dorman, 2019):
- Ámbito social: se atestigua una temprana vinculación del corpus con la familia real y su posterior difusión a otros grupos sociales de elite.
- Difusión geográfica: Tebas actúa como centro neurálgico tanto en la composición del nuevo corpus, reformulando las ricas tradiciones funerarias provinciales de los Textos de los ataúdes del Reino Medio, como en su difusión, transfiriendo modelos al principal núcleo político y religioso del Bajo Egipto (Menfis). Actualmente, se trabaja con la idea de que algunas zonas de Tebas como Deir el-Medina desarrollaron su propia tradición local en época ramésida (Lüscher, 2007).
- Experimentación con los soportes: en la búsqueda de la superficie más idónea de escritura, se recurre al uso de ataúdes, sudarios o paredes de tumbas (Fig. 4), optando en el reinado conjunto de Hatshepsut y Thutmosis III por el papiro como medio más adecuado para el LdSD en el ámbito privado (Fig. 5).
- Limitación en la variedad de fórmulas disponibles. El proceso de producción es gradual y recoge cambios en tradiciones religiosas. Además, en el Reino Nuevo, la época de Amarna marca un hiato en la composición de textos. El énfasis en la religión solar en este momento crea estímulos para después incorporar nuevos himnos solares al repertorio de LdSD.
- Ausencia de estandarización en las secuencias: aunque no existe una regularidad en el agrupamiento de los textos, se detectan ciertas tendencias como la de que un papiro comience con la escena de adoración, seguida por la secuencia de capítulos LdSD 1-17 o 17-18-1.
- Preferencia por la disposición retrógrada de los textos: es muy frecuente que ejemplares del Reino Nuevo muestren el texto escrito en retrógrado, lo que supone que, aunque los signos miren hacia la derecha, el orden de lectura de las columnas avanza de izquierda a derecha.
- Cuidado depositado en la elaboración de las viñetas, muchas veces a expensas del propio texto. Mientras que en la Dinastía XVIII las viñetas ocurren de forma esporádica y en un estilo esquemático, desde finales de este periodo se multiplican y su ejecución se refina, lo que se manifiesta en la preferencia por la policromía, el cuidado en las composiciones y la atención prestada a los detalles.
5.2. El Tercer Periodo Intermedio
El reconocimiento de la individualidad de esta fase dentro de la tradición textual funeraria del LdSD ha sido fruto de las últimas décadas y se debe a los trabajos de A. Niwinski (1989), R. Lucarelli (2006) y G. Lenzo (2019a y 2019b). Las siguientes son sus características principales:
- Ámbito social: se produce un cambio en el perfil de los propietarios, con el notorio aumento de personajes pertenecientes al grupo sacerdotal, principalmente del clero tebano de Amón, y de mujeres (Lucarelli, 2008).
- Difusión geográfica: se aprecia la concentración de las producciones en Tebas, aunque Tanis y Menfis destacan por la decoración de tumbas de los reyes o su entorno más cercano.
- Limitación en la variedad de los soportes decorados: combinación de LdSD sobre papiro (con una convivencia de las tradiciones jeroglífica y hierática durante la Dinastía XXI, pero con la pervivencia solo de la segunda durante la Dinastía XXII) con ataúdes que muestran una decoración muy abigarrada (Niwinski, 2006). El uso de paredes de tumbas se reduce a individuos pertenecientes a la casa real en el Norte del país.
- Empleo de papiros abreviados o miniatura (Fig. 6): constan de una viñeta introductoria en la que el difunto aparece adorando a alguna forma de Osiris o Ra, llamada «etiqueta», y de un número limitado de fórmulas de LdSD y de otras no pertenecientes a este corpus escritas en hierático (Lenzo, 2007). Se trata del modelo más ampliamente usado fuera de la elite sacerdotal.
- Introducción de nuevos contenidos: se incluyen composiciones funerarias regias del Reino Nuevo y otras tomadas de liturgias en los templos, así como ideas ligadas a la unidad solar-osiriana del Gran dios y a la especulación teológica relativa a Amón (Wüthrich, 2010).
- Reelaboración de textos individuales y cambios en la agrupación de fórmulas respecto a la fase precedente.
- Uso exhaustivo de los medios pictóricos para plasmar concepciones funerarias y los desarrollos teológicos del periodo (Fig. 8). Una tipología de papiros, llamados tradicionalmente mitológicos, se compone mayoritariamente de escenas tomadas del LdSD y del Amduat o creadas en esta fase, intercaladas con pocos textos jeroglíficos, mientras que en los ataúdes se produce una amalgama de motivos iconográficos. Es frecuente la condensación de motivos, recurriendo a la regla del pars pro toto (Apartado 3.3).
5.3. De la Dinastía XXV al s. I a. C.: la recensión kushito-saíta
La última etapa de producción, tradicionalmente conocida con el nombre de recensión saíta, pero recientemente rebautizada como recensión kushito-saita, cubre el periodo entre finales de la Dinastía XXV y finales del Periodo Ptolemaico (Müller-Roth y Höveler-Müller, 2012; Mosher, 1992, 2016- [http://spbdstudies.com]). Tras la Dinastía XXVI, el uso de LdSD decae con la primera dominación persa durante unos 160 años y se revitaliza en la Dinastía XXX y el Periodo Ptolemaico. Los rasgos más notables de la última fase productiva de LdSD son:
- Ampliación en la variedad de soportes utilizados: se mantiene el uso de ataúdes (Fig. 10), sarcófagos y papiros (en los que se reintroducen los jeroglíficos en una de las tradiciones tebanas), a la par que se vuelve a la tradición de decorar paredes de tumbas (Einaudi, 2012, 2021) y se introduce como novedad el uso de vendas de momia, principalmente en la región menfita y de el-Fayum (Kockelmann, 2008; Vandenbeusch, 2010; Fig. 7).
- Interés por la recopilación y el estudio de las fórmulas, lo que conduce a la revisión exhaustiva de textos e imágenes. Frente a la visión imperante de que las producciones de esta fase están dominadas por la estandarización, se aprecia la existencia de variaciones textuales y de reevaluaciones constantes de los contenidos.
- «Canonización» de la secuencia de textos, con vistas a relacionar más estrechamente fórmulas con una temática común.
- Introducción de nuevas composiciones derivadas del desarrollo tardío de la teología tebana y de la popularidad que ganan el dios Thot y los amuletos en Periodo Tardío, mientras que algunos capítulos en boga en el Reino Nuevo y el Tercer Periodo Intermedio caen en desuso.
- Cambios en viñetas: se produce la uniformización de la disposición de las viñetas, se simplifica su ejecución (prescindiendo de detalles y de la policromía en muchos casos, Figs. 1 y 9) y se las somete a un proceso de revisión, para lograr una mayor vinculación con el contenido de los textos. Este proceso de estandarización no implica su fijación, dado que se conocen hasta tres y cuatro variantes cronológicas o geográficas para algunas fórmulas.
- Desarrollo de las tradiciones locales: hacia el final del Periodo Ptolemaico se individualizan claramente tradiciones regionales en Tebas, Menfis y Ajmin (Mosher, 2001). Las producciones se distinguen por medio de: la escritura, la disposición, las fórmulas seleccionadas, la secuencia de éstas y las versiones de las viñetas y textos escogidas. Mientras que los manuscritos menfitas destacan por su sistematización en la presentación y la presencia de numerosos errores en los textos, en Tebas se alternan producciones con una distribución sistemática y otra menos rígida (Fig. 9) y disminuye el número de fallos textuales. Por su parte, en Ajmin se opta por una disposición retrógrada de textos e imágenes y salta a la vista la abundancia de errores en ambos elementos.
LECTURAS Y RECURSOS RECOMENDADOS
https://www.totenbuch-projekt.uni-bonn.de/publikationen/hat-2
https://www.totenbuch-projekt.uni-bonn.de/publikationen/sat-2
http://www.orientverlag.ch/BAAe
http://www.orientverlag.ch/TbT
http://aaew.bbaw.de/tla/index.html (para las transliteraciones y traducciones de B. Backes)
https://3dcoffins.berkeley.edu
En las siguientes publicaciones se encontrarán introducciones generales al LdSD y estudios detallados a cerca de alguno de los aspectos resumidos en esta entrada. Se han incluido obras de referencia junto a tratamientos más recientes y números monográficos de revistas junto a catálogos de exposiciones celebradas en la última década.
A.A.V.V. (2006). Livre des Morts Égyptien. Le Livre pour Sortir au Jour. Égypte, Afrique & Orient, 43.
Chappaz, J.-L. y Vuilleumier, S. (eds.). 2001. Sortir au Jour. Art Égyptien de la Fondation Martin Bodmer. Fondation Martin Bodmer.
Díaz-Iglesias Llanos, L. (en prensa). El Libro de la Salida al Día. En. A. Morales (ed.), Cultos, mitos y prácticas mágicas en el antiguo Egipto. Textos religiosos (2800 a.C.-200 d.C.). Servei de Publicacions de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Forman, W. y Quirke, S. (1996). Hieroglyphs and the afterlife in ancient Egypt. British Museum.
Hornung, E. (1999 [1997]). The Ancient Egyptian Books of the Afterlife. Cornell Press.
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