Linda Chapon (Universidad de Granada)
Linda Chapon es licenciada en Historia, se especializó en Egiptología en la Universidad de Tübingen (Alemania). Se doctoró en 2018 con un tema centrado en el estudio de fragmentos de relieves del Templo de Millones de Años de Tutmosis III (Dinastía XVIII). Su campo de estudio está ligado a los programas decorativos de los templos del Reino Nuevo y al mundo funerario.
RESUMEN
El Templo de Millones de Años de Ramsés II o Ramesseum fue un edificio construido en la orilla oeste de Tebas por el faraón Ramsés II entre el año 2-3 y 21-22 de su reinado. Al igual que el resto de templos de su tipología tenía la función de rendir culto al rey asociado con la divinidad principal, Amón, así como resaltar la eterna regeneración del poder real y el culto después de la muerte del rey. Admirado ya desde la antigüedad, este templo conserva gran parte de su estructura y arquitectura original, un hecho que ofrece la posibilidad de conocer en profundidad su evolución y desarrollo.
PALABRAS CLAVE
Tebas, Reino Nuevo, Templo de Millones de Años, programa decorativo, arquitectura.
1. INTRODUCCIÓN
El Ramesseum o Templo de Millones de Años de Ramsés II (1290-1224 a.C.) fue erigido en la orilla oeste de Tebas frente a la moderna ciudad de Luxor (Alto Egipto) (Porter y Moss, 1972, p. 431-443 y lám. XLI-XLII; Stadelmann, 1984, p. 91-97) (Figs. 1–2). El lugar elegido por Ramsés II se encuentra al norte del templo de Amenhotep III, justo entre el templo de Amenhotep II y la estructura conocida como la «Capilla de la Reina Blanca» hacia el norte y el de Tutmosis IV y la capilla de Uadjmes hacia el sur (Leblanc, 1993; Lecuyot, 2012) (Figs. 3–4). El nombre de Ramesseum fue acuñado por J.-F. Champollion, que visitó sus ruinas en 1829 y fue el primero en identificar los nombres y títulos de Ramsés en sus muros. El científico quedó impresionado por el monumento y se refiere en sus escritos a él incluso como: «El Ramesseum…el más noble y puro de todos los grandes monumentos de Tebas» (Champollion, 1868, p. 216).
El nombre original por el que este edificio se conoció en la antigüedad fue el de «Templo de Millones de Años de Usermaatra Setepenra, que se une con la ciudad de Tebas en el reino de Amón».
Ramsés II (ca. 1295-1069 a.C.) fue un faraón de la Dinastía XIX (ca. 1307-1196 a.C.) que gobernó durante 67 años, en el apogeo del poder y la gloria de Egipto. Con el fin de proclamarse de cara al pueblo egipcio como garante de estabilidad, instauró un influyente sistema de propaganda que acabó siendo el más significativo de todo el periodo ramésida (Murnane, 1995). Con el convencimiento de que los reyes eran los que hacían de intermediarios entre los dioses y la humanidad, las acciones realizadas por los faraones en la tierra tenían que asegurar el buen funcionamiento del orden cósmico (Bonhême y Forgeau, 1988, p. 42, 77, 98, 115-116; Assmann, 1989, p. 116-132; Silverman, 1995). De ahí que una de las principales responsabilidades de los soberanos fuera la construcción y renovación de los templos sagrados (Bonhême y Forgeau, 1988, p. 140-144). Ramsés II fue uno de los máximos exponentes de esta concepción. Además, después de la experiencia amarniense, se consideró como prioridad fundamental la restauración del orden en los asuntos religiosos del reino. Su Templo de Millones de Años fue uno de los edificios más importantes de su reinado, al considerarse como el lugar en el que su memoria se mantendría viva para toda la eternidad. Este sigue siendo hoy en día un monumento imponente que, como en la antigüedad, llama la atención de sus visitantes.
2. UN TEMPLO DE MILLONES DE AÑOS
Siguiendo el ejemplo de sus predecesores del Imperio Nuevo (Fig.2), la tumba (KV 7) de Ramsés II fue excavada en lo profundo de la montaña tebana (Leblanc, 1996a; Postel, 1996; Leblanc, 1999a), mientras que su Templo de Millones de Años fue erigido al límite entre el desierto y las tierras cultivables. La construcción de este comenzó justo con la llegada al trono de Ramsés II, alrededor del año 2 o 3 del reinado y terminó hacia el año 21-22 (Spiegelberg, 1898; Schmidt, 1973; Leblanc, 1993), bajo la supervisión de Penra (Goyon, 1990-1991) y Amenemone (Lipinska, 1969, p. 42-49). Estaba principalmente destinado al culto de Ramsés II y Amón-Ra. Asimismo, este monumento debe leerse también desde un punto de vista «histórico» y ser considerado un templo-memorial donde están plasmadas y memorizadas las grandes hazañas que marcaron la vida del rey (Leblanc, 1993; Leblanc y Zaki, 2010).
Los cuatro aspectos principales y complementarios de la decoración de este tipo de monumentos (Leblanc, 1997a) aparecen perfectamente reflejados en el Ramesseum. Las paredes de las zonas más externas, es decir, la sala hipóstila o los patios/pórticos acogían principalmente temáticas de tipo político (Bonhême y Forgeau, 1988, p. 266-285). La entronización del rey está representada en diferentes ocasiones en el Ramesseum. En recompensa por su piedad, los dioses aseguran al rey un reinado eterno e innumerables jubileos. El nombre de Ramsés II, inscrito por el dios Tot o la diosa Seshat, en el fruto del árbol ished sagrado de Heliópolis aparece también escenificado (Habachi, 1971). Además, los aspectos militares están plasmados en las grandes composiciones bélicas que relatan las campañas del rey (Abdel-Hamid Youssef et al., 1977; Leblanc, 1993).
El gobernante debe realizar en su Templo de Millones de Años, como en otros edificios de culto, los rituales y ceremonias en forma de oraciones, ofrendas y rito diario (Leblanc, 1997a; Gundlach, 2001). Las escenas de ofrenda estaban principalmente dedicadas al dios Amón y a la tríada tebana, pero el culto englobaba al mismo tiempo un panteón mucho más amplio (Stadelmann, 1979, p. 321; Myśliwiec, 1985, p. 5; Leblanc, 1997a; Leblanc y Zaki, 2010). Las festividades y las procesiones tenían un papel fundamental y la barca de Amón también visitaba el templo de Ramsés II durante la «Fiesta del Valle». Estos eventos religiosos fueron regulados de acuerdo con un calendario, de los cuales el Ramesseum presenta uno de los mejores ejemplos en el techo de la «sala de las barcas» (Leblanc, 1993).
Finalmente, la función familiar estaba muy presente en el templo. Ramsés II dio un lugar predominante a sus hijos, así como a su madre, Tuya, y a su consorte Nefertari, siguiendo una tendencia que se remonta a los reinados de Amenhotep III y Amenhotep IV (Akhenaton) (Desroches Noblecourt, 1980; Leblanc, 1993). Todo esto queda plasmado en las numerosas procesiones de príncipes y princesas del templo (Gauthier, 1914, p. 80-113; Leblanc y Mohamed Fekri, 1990-1991; Barbotin y David, 1997, p. 97). El sucesor de Ramsés II, Merenptah (1213-1203 a.C.) (Sourouzian, 1989), hijo de la reina Istnofret, ocupa el decimotercer lugar en estas procesiones. Este aspecto es enfatizado aún más por el pequeño templo dedicado a las figuras Tuya y Nefertari.
El sitio elegido por Ramsés II para construir su templo había sido anteriormente ocupado por una pequeña estructura datada durante el reinado de su padre, Seti I (ca. 1329-1279 a.C.) (Leblanc, 2010). Ello explicaría el plano trapezoidal un tanto extraño del complejo y la orientación particular noroeste-sureste de su eje principal en relación al movimiento del sol y al templo de Luxor (Leblanc, 2001; Lecuyot, 2012). Cabe destacar, además, que el complejo se encuentra sobre unas tumbas anteriores del Imperio Medio (ca. 2050-1750 a.C.) (Nelson y Kalos, 2000; Loyrette y Nasr, 1994). El santuario se encontraba en el eje central, que dividía en dos mitades el templo. Desde este eje, el resto de las habitaciones están dispuestas simétricamente hacia el norte y hacia el sur (Leblanc, 2001). El complejo fue construido principalmente con bloques de piedra arenisca procedentes de Gebel Silsileh, una cantera ubicada al sur de Luxor (Lecuyot, 2012) y tiene aproximadamente un área de extensión de 6 hectáreas (N-S 220 m; E-W más de 280 m) (Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2012).
El complejo incluía varias partes: el templo principal en el centro, el palacio real situado hacia al sur del primer patio y el templo dedicado a Tuya y Nefertari hacia el norte, así como seguramente un lago sagrado. Finalmente, en sus lados norte, sur y oeste, se encuentran los anexos y diferentes estructuras de adobe, famosos por su excelente estado de conservación (Fig. 3). Los pilonos del templo, hasta este momento de adobe, fueron construidos aquí por primera vez en piedra (Figs. 4–5, 6–7). Por otro lado, incluye un camino procesional de esfinges que bordea internamente los lados norte, oeste y sur del complejo (Leblanc, 1993; 2001; 2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2012) (Fig. 8). Hacia el norte, nos encontramos a su vez con una estructura conocida como la «capilla de la reina blanca» que recibió su nombre por una estatua identificada posteriormente como perteneciente a Merytamon, la hija mayor de Nefertari. Las recientes excavaciones han permitido finalmente determinar que se trataba de un área destinada a actividades económicas en época de Akhenatón, reutilizada posteriormente como necrópolis por la nobleza (Kalos, Nelson y Leblanc, 1996; Nelson, 2008). En el sur del complejo, existe otra capilla dedicada originalmente al Príncipe Uadjmes, hijo de Tutmosis I, pero recuperada en época de Ramsés II (Lecuyot y Loyrette, 1995; 1996) (Fig. 2 arriba).
La cantidad de bienes que debió almacenar este templo sería bastante significativa, pero, desafortunadamente, no se conserva ningún inventario. Aun así, los trabajos realizados en el complejo han aportado información valiosa sobre las actividades que tendrían lugar en todo el sector económico del templo, así como el personal relacionado con ellas (Leblanc, 1993; 2012). Se conocen las tumbas tebanas de algunos de estos funcionarios, entre otros jardineros, responsables de los talleres de hilado y tejido, escribas, empleados del tesoro y sacerdotes (Nelson, 1991; Leblanc, 2012). En este sentido, la importancia de este complejo no solo fue religiosa, sino también económica (Haring, 1997; Leblanc y Zaki, 2010). Este proporcionaría un número elevado de productos para el culto diario y el mantenimiento del personal y de la población (Kitchen, 1985, p. 184-185), especialmente abundantes durante las festividades (Kitchen, 1985, p. 235). En definitiva, el Ramesseum fue seguramente en activo uno de los Templos de Millones de Años más significativos a nivel monumental, económico, cultural y religioso. Fue un punto de convergencia intelectual y de reflexión teológica, que sirvió de modelo para templos posteriores y, en particular, para el de Ramsés III en Medinet Habu (Leblanc, 1993). De hecho, la publicación en 1928 por parte de K. H. Sethe (1928) del conocido como «papiro dramático del Ramesseum», descubierto en 1896 por Quibell (1898) en «la tumba del mago» (ie. probablemente un sacerdote lector del Ramesseum), ha permitido conocer diferentes cultos y rituales desarrollados en el templo que se remontaban al menos al Imperio Medio.
3. ABANDONO DEL CULTO EN EL TEMPLO Y REUTILIZACIÓN DE SUS ESTRUCTURAS
Desafortunadamente, como muchos de los templos del oeste de Tebas, la vida del complejo construido por Ramsés II no iba a ser larga. Se menciona en las huelgas que se suceden en época de Ramsés III (ca. 1217-1155 a.C.), de lo que se puede deducir que seguiría siendo plenamente un lugar activo de culto en aquel momento (Vernus, 1993, p. 85; Leblanc, 2011a). De hecho, las dedicaciones más tardías documentadas en sus paredes datan del reinado de Ramsés VI (ca. 1145-1137 a.C.). Es posible que Ramsés VII reutilizara al menos parte de su estructura para un edificio en honor a su padre (Lurson, 2012). La constancia de unos robos cometidos en el reinado de Ramsés X (ca. 1108-1104 a.C.) nos indica a su vez que al menos una parte del templo todavía estaría en uso en aquel momento. Es probable, por lo tanto, que su carácter religioso no cesara definitivamente hasta el final de la era Ramésida (dinastía XXI, ca. 1069-945 a.C.) (Leblanc, 1993; Lecuyot, 1999a; 1999b).
A partir de entonces, el complejo se reocupó ininterrumpidamente para otros fines. La zona de las dependencias y, principalmente, los sectores noroeste y oeste fueron reutilizados a partir del Tercer Período Intermedio (ca. 1070-712 a.C.) como necrópolis para los miembros del clero inferior de Tebas y varias princesas y Divinas Adoratrices (Leblanc, 1993; Guichard y Kalos, 2000; Hassanein et al., 1989; Leblanc y Nelson, 1997; 1998; Lecuyot, Loyrette y Nelson, 1990; Lecuyot, 1999a; 1999b). Prueba de ello son las tres estelas documentadas en este lugar, que incluyen los nombres de Sat-hor-khenem, bisnieta de Osorkon I, Harsiesis, un sacerdote de Amón (Aufrère, 1982) o Paf-ishau-emawy-bastet, profeta de Montu (Hassanein, 1982), y un papiro funerario de calidad excepcional, con el nombre del sacerdote Nehem-su-mut (Leblanc, 1993).
A partir de la dinastía XXIX en adelante, el Ramesseum empezaría progresivamente a perder su entidad arquitectónica. Durante el reinado de Acoris (ca. 393-380 a.C.), las estructuras en piedra del Ramesseum comenzaron a ser desmanteladas, particularmente el pequeño templo dedicado a Tuya y Nefertari, con el propósito de edificar otro monumento sagrado en Medinet Habu. Las estructuras del templo principal y del palacio real fueron objeto de continuas reutilizaciones en épocas posteriores, sobre todo durante el periodo ptolemaico y medieval (Leblanc, 1993; Lecuyot, 1999a; 1999b). Estas prácticas fueron una tónica bastante habitual en el Antiguo Egipto, incluso desde cronologías muy antiguas (Brand, 2010). De hecho, cabe decir que Ramsés II tampoco dudó en utilizar material de los templos de sus antecesores para construir el Ramesseum. Sobre todo, en los anexos meridionales, existen muchos bloques de piedra caliza datados de la dinastía XVIII (Leblanc, 1996b; 1997b).
No obstante, a pesar de haber sido utilizado como un lugar de aprovisionamiento de material durante siglos, este complejo estructural siguió inspirando respeto y admiración y llamó la atención de muchos viajeros de la Antigüedad. En el siglo III a.C., Hecateo de Abdera, que vivió bajo el reinado de Ptolomeo I Sóter (323-283 a.C.), lo describe en su Aigyptiaka. En esta obra, designa el lugar como la «tumba de Osimandias», haciendo uso de una transcripción errónea del nombre de coronación de Ramsés II «User-Maat-Ra» (Leblanc, 1994). Este templo fue mencionado también por Diodoro de Sicilia en el siglo I a.C. en su famosa Biblioteca Histórica (Libro I, párrafos 47-49), aunque es probable que nunca visitara el lugar. Asimismo, algunos grafitis datados en el cambio de era parecen indicar que, ya en ese momento, el templo atraía a muchos curiosos. El geógrafo Estrabón visita, a su vez, el monumento y lo llama en su caso «Memnonium», un término que servía para designar un «palacio» (Leblanc, 1993; 1994).
Con la llegada del cristianismo a partir del siglo IV d.C., el complejo se convirtió en iglesia y zonas como la sala hipóstila y la sala de la barca sufrieron transformaciones estructurales bastante importantes (Leblanc, 1993; Lecuyot, 1999a; 1999b; 2000). Fueron pintados y grabados grafitis con símbolos cristianos en sus paredes y muchos de los relieves anteriores que todavía se conservaban intactos fueron martillados al no adecuarse a la nueva fe. El complejo fue prácticamente abandonado en época islámica y empezó a conocerse bajo el nombre de Qasr el-Degagui, el «Palacio de Degagui», nombre o apodo, probablemente prestado de un religioso local que viviría puntualmente en las ruinas de este recinto (Leblanc, 1993). La destrucción del monumento fue una constante cada vez más pronunciada y acentuada, sobre todo, por factores naturales tales como terremotos, la erosión o las propias inundaciones anuales del Nilo (Leblanc, 1993). Desgraciadamente, la piedra arenisca empleada para la construcción del Ramesseum —demasiado blanda y porosa— carecía de las propiedades más adecuadas para aguantar el paso del tiempo en la zona geográfica de Tebas (Lecuyot, 1999c).
4. REDESCUBRIMIENTO, EXCAVACIONES Y ESTUDIO
4.1. Primeras referencias al templo
No será hasta el siglo XVIII y la identificación de la «Tebas de las cien puertas» cuando se vuelva a aludir al Templo de Millones de Años de Ramsés II (Leblanc, 1993). El padre Cl. Sicard lo menciona en su memoria publicada en 1712 dedicada a los restos del antiguo Egipto pagano, aunque para él la tumba de Osimandias correspondería a Karnak. Los primeros documentos gráficos aparecerán un poco más tarde (Sicard, 1725). R. Pococke, un viajero inglés que recorrió Egipto entre 1737 y 1738, fue el primero en dejarnos un grabado, aunque poco fiel, del templo (Pococke, 1743-45), acompañado de un plano. Asimismo, asoció en sus escritos el «Memnonium» de Estrabón al templo de Luxor y el Ramesseum con el «Osymiandas». Poco después, F.-L. Norden, Capitán de la Marina Real Danesa, deja constancia de su visita al lugar y realiza un dibujo de las ruinas sorprendentemente preciso para la época, que proporciona información interesante sobre el estado de conservación del monumento a finales del siglo XVIII (Norden, 1741; 1795; 1800). Por aquel entonces una de las estatuas sedentes de Ramsés II, situada al suroeste del segundo patio, aún permanecía en pie (Leblanc, 1993).
El Ramesseum llamó la atención de los estudiosos desde el nacimiento de la Egiptología. Cuando Napoleón Bonaparte llegó a Egipto en el verano de 1798 llevó junto a sus tropas hombres de ciencia para que documentaran todos los monumentos que se encontraban a su paso. Este trabajo se materializó en la famosa obra titulada Description de l’Égypte, que fue publicada en veinte tomos a principios del siglo XIX. El estudio del templo de Ramsés II en este compendio le fue asignado a J.-B. P. Jollois y É. de Villiers du Terrage. En su trabajo presentado en 1821, llegaron finalmente a la conclusión de que los restos del templo correspondían a la Tumba de «Osimandias» descrita tanto por Hecateo de Abdera como por Diodoro de Sicilia y que era el mismo monumento que Estrabón bautizó como el «Palacio de Memnón» (Leblanc, 1985). Con sus escritos se zanjó la confusión creada en centurias anteriores que llevó a identificar este lugar con dos monumentos distintos. En estos mismos años, V. Denon también realizó varias ilustraciones que sirvieron para completar la información gráfica de todo el complejo (Leblanc, 1993) (Fig. 9).
En 1815 un coleccionista y vendedor de antigüedades italiano, también feriante y con conocimientos de ingeniería, llamado G. Belzoni (1920: pp. 34-43, 62-79) recibió el encargo del cónsul británico Henry Salt de transportar a Inglaterra uno de los bustos colosales que se situaba en el segundo patio del Ramesseum, identificado con el «Joven Memnón», y que F.-L. Norden había dibujado en su lugar original (Fig. 10). Actualmente, solo queda en su sitio la parte inferior de esta estatua (Leblanc, 1993; 2001). El busto llegó a Londres en 1818 y, desde entonces, pasó a formar parte de la colección egipcia del British Museum. Este causó tal expectación por su tamaño titánico que Percy Bysshe Shelley le dedicó en 1817 su poema Ozymandias (Boulet, 1992).
Entre 1828 y 1829 tuvo lugar la expedición franco-toscana, dirigida por J.-F. Champollion y I. Rosellini. J.-F. Champollion visitó por primera vez el Ramesseum el 18 de junio de 1829. Le dedicó una atención especial y realizó una rica descripción de todo el complejo en una de sus cartas (Champollion 1868, p. 215-241). Gracias a su traducción del nombre del rey, se pudo finalmente conocer la identidad del rey-constructor y la función del edificio. A él se le debe también el sobrenombre de «Ramesseum» (Kanawaty, 1991). Por su parte, el diseñador N. L’Hôte llevó a cabo una documentación gráfica de gran calidad (Harlé, 1990-1991), al igual que una buena cantidad de artistas románticos que pasaron por el lugar a lo largo de todo siglo XIX (Boulet, 1992, p. 103-106). Entre ellos, merece ser destacado el artista y viajero escocés D. Roberts, que durante un viaje por Egipto en el invierno de 1838 se detuvo en el Ramesseum y, cautivado por la belleza de las ruinas, realizó dos de las ilustraciones más conocidas y precisas del templo (Roberts y Croly, 1842-1849) (Fig. 11).
4.2. Proyectos de excavación y restauración
Las primeras excavaciones arqueológicas propiamente dichas se iniciaron en 1844 de la mano de C.-R. Lepsius (1900). Llevó a cabo trabajos de documentación en la zona del templo y reconstruyó en el plano las partes destruidas del santuario y las salas adyacentes. Tanto es así que en 1876 un capitán inglés llamado Abney hizo un álbum de fotografías sobre Egipto, entre las que se incluyen dos vistas del Ramesseum. En estas, se puede observar perfectamente el estado de abandono en el que estaba todo el recinto y, en particular, las estructuras construidas en material de adobe (Leblanc, 1993). En 1858 se crea el Servicio de Antigüedades, pero no es hasta mucho después, en 1986, cuando J. E. Quibell (1898) emprende por primera vez excavaciones de mayor envergadura, centradas en proteger las partes más dañadas y en descubrir las fundaciones del templo y la zona de los anexos.
Aun así, el estado de conservación en el que se encontraba el templo a principios de siglo seguía siendo preocupante. Estaba cubierto por escombros y las inundaciones anuales del Nilo amenazaban con destruir año tras año la solidez de sus infraestructuras. Finalmente, entre 1902 y 1910, se encargó a E. Baraize (1907) la limpieza de prácticamente todo el recinto y la construcción de unos muros de contención para protegerlo de las aguas. El propósito inicial de esta intervención se cumplió, pero, al mismo tiempo, se creó un perímetro amurallado de escombros en torno a los restos arqueológicos (Baraize, 1907, p. 93-200), que impedía definir bien los límites externos del complejo. H. Carter (1901) llevó a cabo trabajos de restauración en las zonas de los almacenes y el segundo pilono, cuyo lado oeste amenazaba por derrumbarse por completo (Leblanc, 1993).
En 1931, U. Hölscher y H. Steckeweh (Hölscher, 1941, p. 22-25, 71-82), bajo el encargo del Instituto Oriental de Chicago, efectuaron labores de prospección en el yacimiento y excavaron principalmente en la zona del palacio y el pequeño templo anexo de Tuya y Nefertari situado hacia el norte del templo principal. No obstante, su objetivo no era la restauración, sino poder establecer comparaciones arquitectónicas entre este edificio y el complejo monumental de Medinet Habu.
No fue hasta la década de 1970 cuando el Ramesseum comenzó a ser objeto de un programa científico integral y sistemático bajo la supervisión del Centro de Estudio y Documentación sobre el antiguo Egipto (CEDAE), en colaboración con el CNRS y, más tarde, con el Ministerio de Antigüedades. Fue dirigido hasta 1982 por C. Desroches Noblecourt y, desde entonces, por C. Leblanc. Muchos de estos trabajos se han publicado en la colección científica del CEDAE y en la revista anual Memnonia, creada en 1989 y patrocinada por la Asociación para la Salvaguardia del Ramesseum (Barbotin y Leblanc, 1999; Leblanc, 2009). La misión realizada en otoño de 1991 supuso un punto de inflexión en lo que respecta a la intensidad de los trabajos arqueológicos en el yacimiento (Golvin et al., 1991; Barbotin y Leblanc, 1999). Se iniciaron campañas sistemáticas e intensivas, concentradas en la parte oriental del monumento, y particularmente en consolidar y documentar el primer pilono. También se consideró una prioridad la limpieza del sector noreste, donde se habían acumulado los escombros de trabajos anteriores (Lecuyot, 1991). Todas estas acciones han permitido arrojar una nueva luz sobre ciertos aspectos de la economía del templo y de su evolución histórica tras el abandono del culto. Además, impulsan la puesta en marcha de iniciativas museográficas de este complejo en el que se mostrarán de forma didáctica los relieves y elementos arqueológicos más destacados. En este sentido, el trabajo de restauración siempre ha sido una tarea fundamental, sobre todo en las partes más susceptibles de ser visitadas, como el pavimento, la rampa central que llevaba a la sala hipóstila, la parte inferior del pequeño coloso, las partes superiores de las estructuras de adobe (Leblanc, Maher-Taha y Lecuyot, 2003; Leblanc, 2008; Lecuyot, 2016), así como los relieves y su policromía (Bougrain-Dubourg, 1996).
5. DESCRIPCIÓN DE LAS DIFERENTES PARTES DEL COMPLEJO
5.1. El primer pilono y primer patio
El templo era accesible desde el Nilo por medio de un canal que, probablemente, llevaba a un embarcadero y a un patio, hoy cubiertos por los cultivos, situados frente al primer pilono. Una escalera que conducía desde el lado norte daba acceso a su techo. El pilono, de unos 69,38 m de largo y aproximadamente 22 m de altura, cuyo lado este está hoy totalmente destruido a causa de las continuas inundaciones y la erosión resultante de sus cimientos, debía acoger dos mástiles para banderas en cada una de sus torres (2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2012). Los egipcios consideraban que sus monumentos estaban cargados de poder mágico y la fachada del templo claramente se vería como una barrera protectora entre la imagen del mundo contenida en el templo y el caos exterior (Derchain, 1962; 1966). (Figs. 5–7).
El lado occidental conservado del pilono está decorado con escenas de las campañas de guerra del año 5 del reinado de Ramsés II, especialmente episodios de la famosa batalla de Kadesh (1274 a.C.), una ciudad de Siria central, librada contra los hititas (Fig. 12). Esta batalla se conoce gracias a ciertas piezas literarias, como son el diario de campo y el «poema de Pentaur». También aparece representada iconográficamente en los templos de Abidos, Karnak, Luxor y Abu Simbel (Kuentz, 1928-34). En este lado del pilono, también están incluidos los pueblos que fueron recapturados por Ramsés II en el año 8 de su reinado (Lecuyot, 2012). Este conflicto armado condujo en el año 21 a un tratado de paz, el primero documentado en la historia, que aseguró la alianza y la amistad entre los dos pueblos. Parte de este texto todavía se conserva en la pared noreste del segundo pilono (Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019).
Los restos arquitectónicos del primer patio están mal conservados. Estaba delimitado, al norte y al sur, por pórticos con once pilares de tipo osiriaco. En la parte norte, el rey aparece vestido con el paño ceremonial y, por lo tanto, como si estuviera vivo. Hacia el sur, existía una doble columnata (Leblanc et al., 1980).
Fue en el primer patio dónde estaban dispuestas las famosas estatuas colosales de granito rojo descritas por Diodoro (Leblanc, 1994; 2011b). Ahora se sabe que se situaban en la parte sur del patio, frente a la pared oeste. Al norte se encontraba el coloso de Ramsés II llamado «Ramsés, sol de los soberanos», en referencia al omnipresente poder y benevolencia del dios-rey. Era uno de los más altos de Egipto, con casi 16 metros de altura y 1,000 toneladas de peso. Se derrumbó probablemente debido a un terremoto. Al sur de este coloso, se situaba uno más pequeño de la reina Tuya, de aproximadamente 9 m de alto (Leblanc y Esmoingt, 2014). El bloque monolítico en la que fue tallada esta gigantesca estatua fue extraído en las canteras de Asuán, situado a unos 400 km al sur de Tebas. Ello implico un gran trabajo de ingeniería y el empleo de una mano de obra importante (Leblanc, 1994; 2011b) (Figs. 7 y 13).
5.2. El segundo pilono y segundo patio
En el lado oeste, una escalera situada en el eje del templo llevaba al segundo patio. La limpieza de esta zona ha permitido descubrir la existencia de un friso decorado con babuinos que coronaba la puerta de acceso (Leblanc, 2016). El segundo patio poseía pórticos en sus cuatro lados. En los lados este y oeste, eran pilares de tipo osiriaco en los que el rey aparece bajo el aspecto de Osiris momificado (Leblanc et al., 1980; Leblanc y El-Sayed Ismaïl, 1988), mientras que, en el sur y el norte, a los que se podía acceder mediante puertas laterales, se disponían dos líneas de columnas papiriformes cerrados.
Las escenas del segundo patio indican que esta zona estaba más impregnada con espíritu religioso que el primer patio. Una escena conocida como la «montée royale» o introducción del rey hacia el interior del templo de la mano de divinidades, se desarrolla en la pared suroeste, y la coronación de Ramsés II en presencia de Tot, el secretario divino, en la pared noroeste. En ambos casos, los hijos de Ramsés II desfilan en el registro inferior (Fig. 16). En el muro oriental, nos encontramos de nuevo con episodios de la batalla de Kadesh en el registro inferior (Leblanc y El-Sayed Ismaïl, 1988), y una representación del festival del dios Min en el superior (Maher-Taha y Loyrette, 1979; Leblanc y El-Sayed Ismaïl, 1988; Lurson, 2013a).
Tres puertas dan acceso a la sala hipóstila (Lecuyot, 2012). La central estaba flanqueada por dos colosos del rey (Figs. 13–15). El primero de estos colosos es el que se llevó G. Belzoni en 1816, dejando in situ la parte inferior, que está tallada en granito rosa y se conoce como el «Joven Memnón». Del segundo de estos colosos, realizado en granito negro, solo se conserva en su sitio original la cabeza, así como su pedestal en arenisca (Leblanc y Esmoingt, 1999).
5.3. La sala hipóstila
La sala hipóstila, imagen cósmica diseñada para imitar las marismas de la creación primitiva, poseía 48 columnas papiriformes y estaba distribuida en seis filas. Las columnas más altas de la fila central, de 10 m de altura, tienen capiteles con la flor abierta, mientras que en el caso de las columnas laterales la flor está cerrada (Goyon y El-Achirie, 1973). La iluminación se aseguró en la sala por medio de ventanas. Las paredes y columnas de la sala hipóstila están decoradas con escenas rituales y ofrendas (Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019). No obstante, poco queda de sus paredes laterales, por lo que es complicado entender en su conjunto el programa decorativo de esta área (Lurson, 2006a) (Figs. 17 y 20A).
A la izquierda de la entrada, la Reina Madre Tuya y la gran esposa real Nefertari dan la bienvenida a las procesiones al son de sus sistros. El muro sureste incluye escenas militares que muestran al rey y sus hijos atacando la fortaleza hitita de Dapur (Abdel Hamid Youssef et al., 1977) (Fig. 18). En el muro occidental, aparecen varias escenas de Ramsés II frente a divinidades (Fig. 19). En el lado sur, el rey es recibido por una diosa que vierte agua pura en sus manos, antes de ser puesto en presencia de Amón y Mut. Este recibe innumerables jubileos, la insignia del poder terrenal y el arpa que asegura sus victorias (Lurson, 2006b). En el lado norte, una diosa leona corona a Ramsés en presencia de Amón-Ra y Khonsu. Otros hijos de Ramsés II desfilan en el registro interior, acompañando al soberano durante las ceremonias (Fig. 20) (Leblanc y Fekri, 1990-1991). El techo, cuya decoración está bien conservada, está pintado con estrellas de oro en un fondo azul.
5.4. La «Sala de las barcas» y la «Sala de las letanías»
Siguiendo hacia el oeste de la sala hipóstila nos encontramos con dos salas. La primera sala tenía ocho columnas y se conoce como la «sala de las barcas». Recibe este nombre porque está decorada con escenas de la «Bella Fiesta del Valle» (Fig. 21) que incluyen ocho barcas, la de Khonsu, Mut, Ahmes Nefertari, Amunet, y Ramsés II, llevadas a hombros de sacerdotes. Seguían a la de Amón en las paredes laterales que, hoy en día, han desaparecido (Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2012). En la pared noroeste, Ramsés II está sentado a los pies del árbol ished sagrado de Heliópolis delante de Amón. Tot, Atum y Seshat asisten al acto, mientras estos últimos escriben el nombre y los años de reinado del rey en los frutos del árbol (Habachi, 1971). Esta segunda sala hipóstila también es conocida bajo el nombre de «sala astronómica» por el calendario litúrgico que decora su techo y que incluye, dispuestos en tres registros, la lista de los decanos y los planetas, las constelaciones del hemisferio norte y un calendario lunar. En el centro, Sothis (Sirio) y Orión están representados en barcos (Sadek, 1991) (Fig. 22).
A continuación, nos encontramos con la conocida coma la «sala de las letanías», en la que J.-F. Champollion creyó ver la «biblioteca» mencionada por Diodoro (Champollion 1868, p. 239). Esta incluye escenas de ofrendas rituales que comprenden los aspectos solares en el sur (Re-Horakhty), y los aspectos ctónicos (Ptah) del culto diario en el norte (Fig. 23). En la pared oriental, existe una larga lista de ofrendas que dio su nombre a la sala (Goyon y El-Achirie, 1974; Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2012).
5.5. El santuario y las salas adyacentes
Toda la parte posterior del templo, donde se encontraba el santuario propiamente dicho junto con las capillas dedicadas a la tríada tebana, así como las zonas hacia el sur y el norte del santuario, ha desaparecido. Seguidamente a la «sala de las letanías», existía otra habitación con ocho columnas, una sala de cuatro columnas en la que se guardaba la barca divina del dios Amón y el santuario con cuatro pilares. Parece que el santuario de Amón estaba probablemente flanqueado por capillas para el culto real y mortuorio a la izquierda/sur y el culto solar a la derecha/norte, como ocurre en otros templos de este tipo (Fig. 3). En el Tercer Período Intermedio, se cavaron trece pozos funerarios en esta zona (Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2000b; 2003; 2012).
5.6. Pequeño templo de Tuya y Nefertari
Al norte, y adyacente a la sala hipóstila, se encuentra el templo más pequeño, hoy arrasado, pero del que es posible adivinar la planta, que estuvo dedicado a la madre de Ramsés II, Tuya, y a su esposa Nefertari. Todo el conjunto estaba rodeado por un muro de adobe que comenzaba en el pilono suroriental (Hölscher, 1941, p. 22-25, 71-82; Desroches Noblecourt 1991; 1996, p. 213-221; Leblanc, 2001; Lurson et al., 2013b; 2015). Allí debía de estar dispuesta una estatua de la reina Tuya de 227 cm de altura, que reutilizó una estatua de la reina Tiyi, esposa de Amenhotep III, en la que está acompañada de la princesa Henutmira. La estatua fue llevada a Roma en tiempos de Calígula y se encuentra actualmente en los Museos Vaticano (www.museivaticani.va).
El mammisi o «lugar de nacimiento», por lo que también es conocido este monumento, debe su nombre a J.-F. Champollion (1868, p. 159), quien lo tomó prestado del vocabulario copto para designar pequeños monumentos del período tardío dedicados al misterio del nacimiento divino. Las excavaciones llevadas a cabo en el edificio a partir de 1971 parecían corroborar esta función (Desroches Noblecourt 1991; 1996, p. 213-221). Además, se le pudo adscribir los relieves y partes de columnas con capiteles hatóricos que habían sido reutilizados por el rey Hakoris en la dinastía XXIX para las últimas adiciones al templo de la dinastía XVIII de Medinet Habu. En uno de ellos, aparece parte de la escena de Teogamia o unión de la reina Tuya con el dios Amón. En ese momento, el templo fue prácticamente demolido. Los trabajos en la zona han permitido, no obstante, interpretar el plan básico de la estructura, que presenta un diseño bipartito que refleja su doble dedicación (Leblanc, 2001; 2006; 2016; 2019; Lecuyot, 2012) (Fig. 24).
Ramsés II fue sin duda alguna un precursor, al anexar al norte de su templo un edificio autónomo, en el que debían estar representadas las escenas de su concepción divina. Hasta ahora, este antiguo concepto de Teogamia estaba incluido en la decoración del templo principal, como podemos ver en el templo de Hatshepsut de Deir el-Bahari y el de Amenhotep III en el templo Luxor (Desroches Noblecourt 1991; 1996, p. 213-221; Lurson, 2010).
5.7. El palacio
El palacio fue construido con adobes, y era accesible a través de dos puertas en cuyo eje central se situaba la «ventana de las apariciones» que daba al patio. A través de esta apertura, probablemente equipada con una barandilla, el rey podía aparecer durante ceremonias especiales, incluidas aquellas en las que se ofrecían recompensas a los funcionarios más leales. El palacio abarcaba una gran sala de recepción, o vestíbulo, con 16 columnas palmiformes, que daba acceso a la sala del trono con cuatro columnas donde se celebraban las audiencias. Todavía se puede ver una plataforma de piedra con unos escalones en el fondo de esta sala. Varias habitaciones contiguas existían al este y al oeste. En la parte posterior del palacio, en un sitio que hoy está ocupado por casas modernas, había varias residencias. Una tercera puerta, ubicada en la esquina suroeste del primer patio, permitía llegar por un largo corredor a los apartamentos privados del rey y la familia real, que estaban dispuestos justo detrás del complejo oficial (Leblanc et al., 2014; 2016; 2019).
La planta del palacio sigue en gran medida la de Seti I en Qurna. La misma planimetría, pero a menor escala, se vuelve a encontrar en el templo de Ramsés III en Medinet Habu. Durante la vida del rey, el palacio sirvió como sacristía real cuando este asistía a las ceremonias llevadas a cabo en el templo. No se puede, por lo tanto, considerar como un lugar de residencia real. Su aspecto funerario se refleja en la presencia de una estela de falsa puerta en el pasillo donde estaba situado el trono. Gracias a ella, se creaba un vínculo mágico entre el templo y la tumba, por el cual el rey difunto podría residir en su templo en días festivos y participar en los rituales. A la muerte de Ramsés II, este palacio se convirtió en la residencia del ka real, antes de transformarse en una sala de audiencias hacia el final de la era ramésida (Leblanc et al., 2014; 2016; 2019).
5.8. Zonas anexas al templo principal
Cerca de la puerta sur del complejo, entre las cocinas y el palacio real, se encontraba la escuela del templo o «casa de la vida», que cubría un área de aproximadamente 700 m2. El edificio, de planta rectangular, está compuesto por tres unidades independientes construidas con adobes. Se han encontrado numerosos óstraca y juegos de canicas que demuestran que las enseñanzas se daban a diferentes niveles y que distintos tipos de alumnos debían asistir a la escuela. Aquí también aprenderían su oficio los futuros artesanos del faraón, tal y como parecen atestiguar los bocetos de aprendices, dibujantes y escultores encontrados en esta área (Leblanc, 2004; 2007).
Las zonas de cocinas y panaderías se encontraban hacia el sur del templo, distribuidas en dos conjuntos simétricos, con más de treinta habitaciones provistas de hornos e instalaciones de cocina. La entrada a estos dos conjuntos tenía la forma de un pequeño pilono, precedido por un patio con forma cuadrada. Aquí tenían lugar la purificación y la consagración de las ofrendas reservadas para los altares divinos. La excavación de esta zona también llevo a la identificación de un sector administrativo al cual se accedía desde el pasillo sur. Esta área fue ocupada posteriormente por tumbas del Tercer Período Intermedio (Leblanc, 2019).
La esquina suroeste del complejo está ocupada por un grupo de estructuras de adobe accesible desde el camino pavimentado que rodeaba el templo en sus lados sur, oeste y norte. Este sector consiste en un gran vestíbulo que se abre hacia el oeste para acceder a cinco habitaciones distribuidas al norte y al sur y a un gran espacio abierto hacia el oeste. Parece haber sido una zona de talleres de piedra, de hilado y tejido y, por lo tanto, una zona destinada a los artesanos (Lecuyot, 2010).
Hacia el oeste del templo, nos encontramos con una zona a la que se accedía a través de un pasillo pavimentado que corría a lo largo de la pared occidental del santuario. De allí se ingresaba en una habitación cuadrada con cuatro columnas que daba, hacia el sur y hacia el norte, a dos habitaciones y una escalera que permitía subir al techo. Luego, hacia el oeste, un largo corredor conducía a doce almacenes abovedados. El plano original, muy ortogonal y simétrico, fue bastante alterado por la necrópolis del Tercer Período Intermedio (Leblanc, 2019).
Hacia el noroeste, se encuentran otros almacenes abovedados, también muy desfigurados durante todo el Tercer Periodo Intermedio. Se entraba a este espacio mediante una puerta cuyo umbral de piedra todavía es visible, así como las bases de las columnas del pórtico, que dieron originalmente a este sector un carácter majestuoso. Un amplio pasillo llevaba a una plataforma, ubicada al oeste, donde el funcionario del templo probablemente se sentaba para entregar productos diversos. A la derecha, una gran sala con columnas, con algunos tambores cortados a la mitad y considerada durante mucho tiempo el scriptorium del templo, ha sido identificada como la «sala del tesoro» (Desroches Noblecourt et al., 1976; Leblanc 1993) (Fig. 25).
Finalmente, el templo estaba rodeado por una vía procesional que circundaba los frentes norte, oeste y sur. Las estatuas, en arenisca, de 4 m de largo por 1,60 m de ancho y 3,60 m de altura, estaban dispuestas a cada lado de esta vía, flanqueando un callejón pavimentado central, que era usado durante festivales y rituales. Las esfinges, con las facciones de Ramsés II y el Nemes, se situaban en la parte oeste, mientras que los chacales, manifestaciones de Anubis que protegían una estatuilla del rey momificado, bordeaban el pasillo norte. Todavía no se sabe qué tipo de estatuas decoraban el lado sur. Después de que el templo fuera abandonado, todas estas estatuas fueron destruidas por los canteros y luego cubiertas por la necrópolis del Tercer Período Intermedio. Ha sido posible reconstruir una de las estatuas situada al sureste de la vía procesional norte (Leblanc, 2016; 2019).
AGRADECIMIENTOS
Me gustaría agradecer el apoyo que siempre he recibido, y me ha permitido escribir este texto, por parte de Christian Leblanc, actual director del proyecto de excavación, estudio y conservación del Ramesseum y de la concesión arqueológica conjunta de la MAFTO (CNRS/ASR) y del CEDAE (Ministerio de Antigüedades y Turismo Egipcio).
LECTURAS RECOMENDADAS
Para llevar a cabo lecturas generales sobre el Ramesseum y los monumentos del oeste de Tebas consultar preferentemente los siguientes trabajos: Donadoni, S. (1999). Tebe. Electa; Milano; Wilkinson, R. H. (2000). The Complete Temples of Ancient Egypt. Thames & Hudson; Weeks, K. R. (ed.) (2001) The Treasures of the Valley of the Kings. Tombs and Temples of the Theban West Bank in Luxor. The American University in Cairo Press Ed.; El Cairo; Badisches Landesmuseum (2016). Catálogo de la exposición Ramses Göttlicher Herrscher am Nil, (Dezember 2016-Juni 2017). Michael Imhof Verlag; Karlsruhe; Leblanc, C. (2019). Ramsès II et le Ramesseum. De la splendeur au déclin d’un temple de millions d’années. Éditions L’Harmattan. Sobre Ramsés II, ver: Desroches Noblecourt, C. (1996). Ramsès II. La véritable histoire; Kitchen, K. A. (1985). Ramsès II, le pharaon triomphant.
Para profundizar en el conocimiento de los trabajos de la misión francesa en el Ramesseum y en la zona oeste de Tebas hacer uso de: las colecciones científicas del CEDAE y la revista Memnonia; y página web de la Misión Arqueológica Francesa en el Oeste de Tebas, que también incluye los trabajos en el Ramesseum (Mission Archéologique Française de Thèbes-Ouest – MAFTO, www.mafto.fr/sites-archeologiques/le-ramesseum) y la de la Asociación para la Salvaguardia del Ramesseum (Association pour la Sauvegarde du Ramesseum – www.asramesseum.org).
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