Rafael González Fernández (Universidad de Murcia) y José Javier Martínez García (Universidad de Murcia)
Rafael González Fernández es Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Murcia. Sus líneas de investigación giran en torno al mundo bizantino, el Cristianismo antiguo y la Epigrafía latina. Hizo su tesis doctoral sobre Las estructuras ideológicas del Emperador Justiniano en el Codex Iustinianus. Es director del CEPOAT y de las revistas Antigüedad y Cristianismo y Alquipir.
José Javier Martínez García es licenciado en Historia por la Universidad de Murcia y licenciado en Antropología por la Universidad Católica de Murcia. Doctorando en Historia Antigua. Máster en SIG, Máster en Arqueología Aplicada, Máster en Egiptología, Máster en formación del Profesorado y Experto en Arqueología de la Arquitectura. Ha participado como arqueólogo en varias excavaciones de urgencia y actualmente se encuentra inmerso en varios proyectos internacionales como los de Oxirrinco (Egipto) y Heracleópolis Magna (Egipto), así como en proyectos nacionales como Coimbra del Barranco Ancho, Los Cantos, Los Villaricos y Mazarrón fenicio, a la vez que dirige las excavaciones de la ciudad visigoda de Begastri y el Martyrium de La Alberca. Es director de las revistas Alquipir y Alejandría y también secretario de la revista Antigüedad y Cristianismo.
RESUMEN
El descubrimiento de un sarcófago visigodo durante las excavaciones de la campaña arqueológica de 2021 en la necrópolis principal de la villa romana de Los Villaricos ha revelado nuevas evidencias de la reutilización tardía de este asentamiento. Este hallazgo proporciona información valiosa sobre los rituales funerarios cristianos de finales de la Antigüedad y reabre el debate en torno a la simbología cristiana primitiva, como el estaurograma. Gracias al uso de análisis de laboratorio y la revisión de la literatura científica existente, este nuevo descubrimiento subraya la importancia del Sureste peninsular durante la época visigoda.
PALABRAS CLAVE
Necrópolis, sarcófago visigodo, estaurograman, omega, alfa.
1. Introducción
La villa romana de Los Villaricos, ubicada cerca de Mula (Murcia), en la zona de “El Arreaque”, se encontraba estratégicamente comunicada con otras regiones, facilitando el comercio agrícola, principalmente de aceite y vino. El sitio, excavado desde 1985, incluye una residencia (domus) con baños termales (balneum) y áreas de producción de vino y aceite (bodega y almazara). También cuenta con tres zonas de enterramiento, destacando una necrópolis tardía con 50 tumbas. La villa combina funciones residenciales y productivas, integrándose en el sistema económico regional durante la Antigüedad y la Tardoantigüedad.
La transformación de la domus de Los Villaricos a finales del siglo V refleja cambios en la organización de espacios, vinculados a nuevas necesidades y un cambio de población. Desde el siglo VI, algunas áreas se convirtieron en edificios de culto cristiano, como el triclinium, transformado en sala absidiada. La villa no fue completamente abandonada, ya que se reutilizó como lugar de culto y necrópolis. Se han encontrado 50 tumbas, muchas sin ajuares, con predominancia de inhumaciones individuales. Varios objetos hallados, como lucernas y adornos personales, junto con los análisis de 14C, sitúan la necrópolis entre los siglos VI y VII.
2. El hallazgo
En julio de 2021, durante una campaña de excavación en la necrópolis tardorromana de la villa de Los Villaricos, se descubrió un sarcófago en la sepultura T-35, ubicada en la estancia H-52, utilizada como panteón en los siglos V-VII d.C. Esta estancia, de forma rectangular, fue originalmente parte del área residencial, pero se reutilizó como espacio funerario. Las tumbas T-36 y T-43, excavadas en 2020, contenían restos infantiles, incluidas inhumaciones múltiples. Estas sepulturas muestran prácticas de reutilización, donde los huesos de anteriores individuos fueron movidos para hacer espacio a nuevos inhumados.
El enterramiento T-35 es uno de los más importantes hallados en la necrópolis tardorromana de la villa de Los Villaricos. Aunque inicialmente no se distinguía del resto de las tumbas, su relevancia se descubrió durante la excavación. La sepultura estaba cubierta por una estructura de mampostería, y contenía un sarcófago de piedra caliza con una tapa decorada con un trenzado geométrico y símbolos cristianos. El sarcófago, posiblemente reutilizado, presentaba varias fracturas reparadas con mortero. En su interior se encontraron restos óseos de un adulto en mal estado de conservación, así como restos de un infante. Actualmente, el sarcófago está expuesto actualmente en el museo de la ciudad de Mula.
La tapa del sarcófago de Los Villaricos es un prisma monolítico trapezoidal con sección triangular, midiendo 2 metros de longitud, 0,62 metros de ancho en la cabecera y 0,56 metros en los pies, con una cubierta a dos aguas de 32 grados de inclinación. Su decoración incluye un trenzado de tres cabos formando ojales y hojas cordiformes, similares a otras obras visigodas de los siglos VI-VII d.C. Además, la cabecera presenta un estaurograma rodeado por una corona dentada, elemento característico de la iconografía visigoda. Decoraciones similares se encuentran en sarcófagos de Jaén y en canceles de Algezares.
Este estilo, vinculado a los talleres visigodos, se confirma por la decoración del sarcófago y los análisis de carbono 14 realizados a los restos óseos y materiales arqueológicos, que sitúan la cronología entre el siglo VI y la primera mitad del VII d.C.
3. Análisis iconográfico de los elementos significativos
El estaurograma es uno de los símbolos cristianos más antiguos, formado por las letras griegas tau (τ) y rho (ρ), que representan la cruz y la crucifixión de Jesús. A menudo se confunde con el crismón, aunque este último, el más común en el arte cristiano, combina las letras X y P (chi y rho), las dos primeras del nombre “Cristo” en griego. El estaurograma, utilizado desde el siglo II, es considerado la primera representación gráfica de la crucifixión. Este símbolo, que eventualmente fue reemplazado por el crismón, también incorporaba las letras alfa y omega para simbolizar la eternidad y divinidad.
El estaurograma, en combinación con las letras alfa y omega, es un símbolo cristiano paleocristiano que contiene profundos significados teológicos. En este contexto, la omega, tallada en forma uncial y con una tipología de ancla, y la alfa, en mayúscula con trazos rectos y su puente horizontal, se asocian al Apocalipsis de San Juan y simbolizan la eternidad de Dios y Cristo. A menudo, estas letras se presentan separadas de la cruz, pero a partir del periodo visigodo se observa que comienzan a colgar, influenciadas posiblemente por piezas de orfebrería votivas.
En cuanto a la permutación del orden alfa-omega, se ha debatido si fue un error de los artesanos o una elección intencionada. Margherita Guarducci propuso que esta inversión no era accidental, sino que tenía un significado simbólico profundo, representando el paso del fin de la vida terrenal al comienzo de la vida eterna, idea también defendida por otros estudiosos como Alonso Sánchez. El símbolo, con la inversión de las letras, se ha encontrado principalmente en contextos funerarios, reforzando su vínculo con el tránsito de la muerte a la vida eterna.
En la península Ibérica, numerosos ejemplos de estaurogramas con alfa y omega invertidos han sido hallados, especialmente en piezas funerarias y de acceso a lugares de enterramiento, confirmando su uso en contextos funerarios desde la época paleocristiana y visigoda hasta el románico.
4. Conclusiones
El hallazgo de un sarcófago en la villa romana de Los Villaricos, durante la campaña de 2021, es un descubrimiento notable debido a su excelente estado de conservación y su contexto funerario asociado a una iglesia rural, lo que evidencia el proceso de cristianización en la Antigüedad tardía. Aunque el uso de sarcófagos en la Península Ibérica era raro en época tardorromana y visigoda, este sarcófago destaca por su localización “in situ”, y su presencia en un contexto de necrópolis ad sanctos, con 50 tumbas.
El sarcófago se caracteriza por la presencia del estaurograma (uno de los símbolos cristianos más antiguos) con las letras alfa y omega permutadas, lo que lo convierte en una pieza única en la península. Además, plantea la necesidad de revisar terminologías confusas, ya que símbolos como el crismón han sido catalogados incorrectamente.
A nivel histórico, el descubrimiento de este sarcófago permite analizar la transición de la villa de Los Villaricos, que pasó de ser un establecimiento agropecuario a un conjunto religioso entre los siglos V y VII. Las investigaciones sugieren que el sarcófago podría haber sido reutilizado y que, junto con las transformaciones estructurales del lugar, podría formar parte de un panteón. A pesar de los avances en el estudio, aún queda por investigar el origen de la piedra, los artesanos responsables y el proceso de reutilización.
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